La democracia la hacemos todos

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La televisión estaba prendida en la casa de la familia Alvarado Medina (Francisco y Ana María, que eran los padres, junto a Carlos y Paola, los hijos) como era habitual a esa hora, en la que todos ya habían hecho la mayor parte de sus actividades y durante la cena comentaban los acontecimientos del día.

En esas fechas, el gran tema de las noticias era la marcada indiferencia de la ciudadanía respecto a las votaciones, mayor que en comicios anteriores. Ana había votado, Francisco no lo había hecho, mientras que Carlos tenía apenas 17 años y Paola 15, por lo que ninguno de los dos podía ejercer el voto. Además, tenían opiniones muy distintas sobre la política nacional. Francisco era el más interesado en el tema.

Ana y Francisco comenzaron una pequeña discusión a partir de las noticias. Intrigado, Carlos preguntó a sus padres si habían votado. Su mamá respondió que sí lo había hecho. Su papá contestó que no, lo expresó con desdén. Por ello Carlos lo cuestionó:

CARLOS: ¿Por qué no votaste, papá?

FRANCISCO: No me interesa ya que la política de este país es siempre lo mismo. No sirve de nada, hijo.

CARLOS: ¿Entonces para qué se promueve tanto el voto si, como dices, no sirve de nada?

FRANCISCO: Hay instituciones que se dedican a esto. Pero eso es solo parte de las cosas. El problema no es electoral sino de los políticos, ya que no confiamos en ellos.

ANA MARÍA: Francisco, no creo que sea bueno que les enseñes a tus hijos tanta apatía política (Ana se veía un poco molesta). Piensa que ellos pronto tendrán el derecho al voto.

Mientras tanto, Paola pensaba para sí misma: “Pues a mí no me preocupa tanto, la verdad. Cuando sea mayor de edad y tenga mi credencial de elector, solo la voy a utilizar para entrar a los antros y comprar cigarros”.

FRANCISCO: Tampoco creo que deba enseñarles mentiras, sobre todo si las elecciones tienen tan poca credibilidad y, para mí, no representan la opinión de los votantes. Hasta parece a veces que sería mejor tener otros medios para escoger o quitar a los gobernantes. Pero mejor vamos a preguntarles directamente lo que piensan.

ANA MARÍA: Bueno, ¿y tú qué piensas, Carlos?

CARLOS: No sé mucho de política pero debería de saberlo. En la escuela tengo una clase de filosofía y el maestro siempre nos dice que es importante informarse de política y que siempre ha sido uno de los temas más importantes de su área. A veces nos habla de autores y libros que no conozco, pero en general me parecen importantes.

FRANCISCO: Eso suena interesante, yo no he estudiado nada de filosofía.

ANA MARÍA: Pues sí, normalmente te la pasas viendo el futbol todo el fin de semana.

(Risas de los hijos).

FRANCISCO: ¿Qué tienes contra el futbol?

ANA MARÍA: Nada, de hecho me gusta. Pero también podrías dedicar un rato a aprender cosas y que se las enseñes a tus hijos. Incluso sería mejor que jugaras con ellos de vez en cuando.

(Risas de los hijos).

La cena terminó y cada quien se fue a dormir. Al otro día los hijos fueron a la escuela normalmente. En el salón de clases Carlos recordó lo que platicó en la noche con su familia. Trató de explicarse quién tenía razón ya que sus papás parecían haberse enojado al principio, aunque después lograron mostrar tolerancia mutua no obstante que pensaran de forma distinta. Después de todo, en un sistema democrático las diferentes posturas deben coexistir, y la familia Alvarado Medina lo entendía y promovía.

Antes de entrar a su clase, Carlos pasó a comprar un periódico en el que se hablaba sobre la democracia. Mientras empezaba la clase se puso a leerlo hasta que en algún momento se acercó su amigo Hugo, que tenía muchas ganas de ir ya a jugar futbol.

HUGO: ¡Apúrate, Carlos! Vamos a echar una cascarita con el grupo B mientras llega el maestro.

CARLOS: ¡Espérate! Estoy en algo importante, mejor voy más tarde.

HUGO: ¡No seas ñoño! Mejor ven a jugar.

CARLOS: Ahora no, lo que estoy investigando es importante. Incluso para ti, que ni te gusta la escuela.

HUGO: Pues yo voy a ser estrella del deporte y seré muy rico, así que ni me voy a preocupar de nada.

CARLOS: ¡Jajaja! Si no anotas goles en el torneo de la escuela, ¿cómo se supone que vas a ser estrella del futbol?

HUGO: ¡Meto más goles que tú!

CARLOS: Sí… dos en total, jajaja.

HUGO: Está bien, tú ganas. Entonces explícame por qué es tan importante lo que lees.

CARLOS: Bueno, y sí creo que un día serás futbolista. Pero volvamos al tema, pues aquí se trata de quién va a gobernar al país y esto tiene que ver con todos parejo, tengan o no dinero. ¿Cómo crees que lo harás? Incluso si vives en otro país puedes votar desde allá. Eso ya ha pasado antes… por si andas de gira futbolera…

HUGO: Yo no sé de política, pero no entiendo por qué gastan tanto en eso. Yo preferiría más lugares para ir a hacer deporte o escuelas.

CARLOS: Bueno, tienes razón, pero también es necesario tener instituciones para que la sociedad sea quien decida quién quiere que la gobierne. Según he leído, el voto no siempre ha existido, y echándole un ojo a lo que nos comenta luego el maestro, incluso costó mucho trabajo que la gente pudiera votar. Tanto así que las últimas personas que pudieron hacerlo fueron las mujeres. En México fue hasta 1953. Imagínate, antes no podían votar las mujeres.

HUGO: ¿Y cómo se logró que las mujeres voten? ¿Hubo una revolución? Le voy a preguntar a mi abuela a ver si sabe de eso.

CARLOS: No fue una revolución, pero sí hubo movilizaciones en muchos países, y en México también se adoptó lo que era un avance en muchas partes del mundo. Esto muestra que hay varias formas de mejorar la sociedad.

En ese momento entró el maestro Jacobo y vio que muchos de los estudiantes estaban fuera de la clase. Carlos y Hugo se acercaron a saludarlo y le preguntaron sobre el tema que conversaban.

CARLOS: Profe, usted nos habló en una clase de varios filósofos que habían escrito sobre política y democracia.

MAESTRO JACOBO: Sí, algo recuerdo. Hablamos de varios temas y de derechos del hombre. ¿Recuerdan bien lo que vimos? Les expliqué que prácticamente todas las constituciones modernas se basan en ellos y son la garantía de nuestros derechos.

CARLOS: No por completo, pero una parte sí.

HUGO: Yo muy poco. La verdad es que el tema se me hizo un poco aburrido.

MAESTRO JACOBO: ¿Por qué se te hizo aburrido, Hugo?

HUGO: Ay, es que eran muchas palabras que no entendía y con eso la política me parecía complicada. Parece como si uno tuviera que estudiar mucho y yo soy muy joven, apenas he estudiado. Ya ni me diga cuando salen los políticos en la televisión y los señores que comentan. A veces no entiendo lo que dicen… aunque un candidato fue a mi colonia y me regaló un balón y unos trastes a mi mamá.

MAESTRO JACOBO: Bueno, tienes razón en parte. La política tiene aspectos complicados. Pero eso es relativo. Hay cosas que son, digamos, de sentido común, y que todo ciudadano entiende porque nos afectan a todos. Por ejemplo, el presupuesto implica cosas complejas de economía, pero aunque no sepas mucho de eso, entiendes fácilmente cuándo hay pobreza y hay poca mejora en la economía. Incluso hay términos filosóficos que tú entiendes sin que hayas tomado clases o los hayas leído. Es porque son cosas que todos comprendemos en mayor o menor medida.

Seguramente te preocupan algunas cosas de la política o de la democracia, pero a veces no sabes explicarlas por completo. Lo importante es que vayas encontrando cómo aprender más de eso que te molesta o preocupa.

HUGO: Mmm, es cierto. A veces me molestan muchas cosas pero no sé qué hacer para que cambien. En mi casa de plano ya mejor no les importa o creen que nada puede mejorar. Eso a veces me molesta pero igual mejor me dedico más a jugar y a ver la televisión.

MAESTRO JACOBO: No es malo que veas televisión y juegues, pero puedes también aprender de esas cosas. Incluso ir juntándote con personas que tienen las mismas preocupaciones. La gente tiene el poder de reunirse y discutir esos temas y buscar cómo contribuir a mejorar su país. Desde cosas pequeñas que dependen de uno mismo, por ejemplo, en tu calle o en tu colonia, hasta cosas más grandes que dependen de instituciones más grandes. Ahora sí, si comprendes eso, el tema de la política no te será tan difícil.

HUGO: ¡Wow! No lo había pensado así, y viéndolo de esta manera la política no es tan aburrida y ya no me es tan lejana.

Una vez terminada la clase, Hugo y Carlos salieron de la escuela y de camino a casa siguieron platicando.

CARLOS: Ya me dejaron pensando mucho…

HUGO: ¿Quién?

CARLOS: Mis papás y el profe.

HUGO: ¿Y qué pensaste?

CARLOS: Que es importante pensar en la política del país y que tratemos de ser parte de ella.

HUGO: ¿Ahora quieres entrar a un partido político?

CARLOS: No, ni siquiera soy mayor de edad aún, pero ya te dijeron que se trata de lo que puedes hacer desde tu casa, tu colonia o el trabajo. Tú también deberías hacerlo, de menos tratando de difundir entre tus amigos lo que hemos aprendido.

HUGO: Quizás…

CARLOS: Bueno, ya me voy. Tengo que hacer mi tarea y me quedé intrigado con el tema. Voy a leer sobre eso. Hay algunas cosas interesantes en la biblioteca. Hay cosas de ética, filosofía, política y demás.

HUGO: ¿Biblioteca?

CARLOS: Sí, Hugo, también existen los libros, no todo es internet.

HUGO: Bueno, nos vemos mañana.

Luis Aarón Patiño Palafox

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