Según la Real Academia Española, la desobediencia civil es la resistencia pacífica a las exigencias o mandatos del poder establecido.
Hay casos en los que la desobediencia civil se identifica con una acción individual, como es el famoso caso del filósofo estadounidense Harry David Thoreau, quien en 1846 se negó a pagar sus impuestos, reprochándole al gobierno estadounidense su falta de ética en su política internacional. Sin embargo, varios pensadores sostienen que la desobediencia civil debe de ser una acción colectiva, aunque esté encabezada por una figura pública para promover el movimiento. Para ahondar en el tema de desobediencia civil como acción colectiva, recomendamos a tres pensadores: Norberto Bobbio, Hanna Arendt y Jürgen Habermas.
Norberto Bobbio, en su texto Desobediencia civil, sostiene que dentro de la historia de la desobediencia civil hay casos de resistencia activa, en donde se hace uso de la fuerza física, y casos de resistencia pasiva, en donde no hay violencia. Bobbio está a favor de la resistencia pasiva porque considera que un orden no violento sólo puede surgir de prácticas no violentas.
Jürgen Habermas, en tu texto Ensayos políticos, afirma que cuando un Estado democrático de derecho está seguro de sí mismo, reconoce a la desobediencia civil como una parte componente normal de su cultura política.
Hanna Arendt, en su texto Desobediencia civil, considera que los casos de Sócrates y Thoreau son ejemplos de recriminaciones fragmentarias ante las autoridades, pues lo que buscaban era ser buenos hombres, mas no buenos ciudadanos. La desobediencia civil se caracteriza por ser una acción motivada por criterios cívicos, no en función de ventajas personales.
Uno de los ejemplos más emblemáticos de la desobediencia civil es la lucha social encabezada por Mahatma Gandhi en 1918 en la India. Fue una lucha sin violencia frente al dominio británico, que instauró métodos novedosos de protesta como la huelga de hambre.
Paola Rochón (@paolarochonherrera)