Etimológicamente la palabra “violencia”, proviene de dos palabras latinas: vis: fuerza y lentus: continuo, es decir “el que usa la fuerza contínuamente o sin interrupciones”. Así, la violencia en general, designa un tipo específico de interacción entre cosas, personas o grupos de personas que implica el uso de la fuerza. Para Aristóteles ese uso de la fuerza podría ser natural y, por lo tanto no violento, (como cuando una roca se desprende de un acantilado “naturalmente”) o podría ser no natural y, por lo tanto, violento, como cuando alguien pone dinamita en una montaña para retirar las piedras que obstruyen el paso de un camino. El filósofo Slavoj Zizek ha elaborado algunas reflexiones cercanas a las de Aristóteles en el sentido de que se refieren a la naturaleza, pero opuestas en el sentido de que valora lo ilimitado por encima de lo limitado, lo caótico por encima de lo ordenado.
El uso del concepto del que aquí nos ocuparemos refiere específicamente a la interacción entre personas o grupos de personas en sentido político, por lo que quedarán fuera otros usos del concepto tales como “violencia sexual” o “violencia intrafamiliar”. Si aceptamos la caracterización que Hobbes nos ofrece del hombre como un ser naturalmente violento y la idea de que la creación de toda comunidad implica una suspensión provisional de esa violencia natural, entonces tendremos que aceptar que en el origen de toda comunidad humana se encuentra una violencia en suspensión. Si, además, aceptamos que para crear comunidad la violencia debe suspenderse -mas no erradicarse-, entonces tendremos que aceptar que vivimos en un estado en el que la violencia amenaza con reactivarse en cualquier momento. Por tanto, si asumimos que la violencia tiene un carácter fundacional, funcional e imperecedero, la siguiente cuestión será ¿Cómo debe administrarse? ¿Hay un uso legítimo de la violencia? ¿Hay una manera justa de usar la violencia así como puede haber una manera justa de hacer la guerra?. Estas cuestiones han encontrado varias respuestas.
Una de las discusiones más interesantes al respecto tuvo lugar entre Ginés de Sepúlveda y Bartolomé de las Casas en lo que se conoce como la “Disputa de Valladolid” que fue un intercambio epistolar entre los personajes mencionados, en el que se discutía si la guerra de conquista en América, tenía causas justas.
Actualemnte, Walter Benjamin, hace un análisis de la violencia desde el derecho y observa que todo Estado nace de un uso ilegítimo de la violencia, pero que al consumarse se asume como administrador y, en último término, censor de una violencia que ahora se considera legítimamente administrada por él, es decir que el uso de la violencia es necesario para moderar su uso.
Los filósofos Adolfo Sánchez Vázquez y Michel Onfray también pueden ofrecer puntos de vista interesante sobre el tema de la violencia desde perspectivas diferentes: marxista el primero y nietzscheana el segundo.
Enlaces de interés:
http://perrerac.org/francia/michel-onfray-las-dos-violencias/1608/
https://www.youtube.com/watch?v=9gKC_F-DLEo
http://www.iifl.unam.mx/html-docs/acta-poetica/28-1-2/jerade.pdf
Román Suárez (@romansuarez)
la informacion es muy buena suficiente como para querer investigar mucho mas, pero los enlaces estan caidos, almenos el de youtube funciona.