Gracias @franciscobarron por abrir este foro. Es muy fructífero.
Respondiendo a tu primera pregunta, creo que en el contexto del pensamiento crítico, la palabra crítico significa pensar con un criterio propio, “guiarse con la luz de su propia razón” si lo queremos poner en términos de la ilustración. En este sentido, el profesor @hebervazquez no se equivoca.
¿Cómo ayuda el estudio de la lógica a lograr esto? La idea es que, al aprender las herramientas de la lógica y la argumentación, estas se puedan aplicar a nuestra vida diaria (esto incluye contextos cotidianos y profesionales). Y estas aplicaciones tienen distintos fines, por ejemplo tomar decisiones, explicar acontecimientos, resolver problemas. Al resolver estas tareas, lo haremos por nuestras propias capacidades.
Creo que la insatisfacción que motivó la aparición del pensamiento crítico, no está motivada por una oposición entre lógica formal y lógica informal, sino por un problema de didáctica en el bachillerato.
Recuerdo mi curso de lógica en la Escuela Nacional Preparatoria: el profesor nos decía cosas que en ese momento no comprendía, como “la filosofía es el estudio de la totalidad”. La verdad, no estoy muy seguro de comprender esa expresión ahora 🙂
Por otra parte, nos daba los contenidos: explicaba qué son los conceptos, los juicios y los silogismos. Para pasar los exámenes había que memorizar, no razonar. Entonces, parece que la asignatura de lógica no cumplía con su función de “hacer que los alumnos razonen correctamente”.
Por alguna razón, a mí me gustaba la materia, pero entiendo perfectamente cualquier tipo de queja sobre la enseñanza de mi profesor: ¿cuál sería la relación del silogismo con mi vida real?
En este sentido, creo que en la enseñanza de la lógica a nivel bachillerato conviene complementar un enfoque informal con uno formal. Partir de ejemplos muy concretos de argumentos: pequeñas lecturas, debates, programas de TV, etc. Una vez que se contextualiza a los estudiantes en el uso de la argumentación y sus propósitos, es muy efectivo proporcionarles esquemas de argumentos y otras herramientas de análisis, con muchas actividades para ponerlas en práctica. Creo que si mi curso de lógica hubiera sido así, lo habría disfrutado más (y mis compañeros al menos lo habrían disfrutado).