Aprendizaje 6. Descubrir supuestos en una argumentación
Versión 060915
El circo
Santiago Outón
Desde hacía ya mucho tiempo y con una regularidad precisa, un pequeño circo llegaba cada 12 de agosto a la ciudad. Era una de esas viejas caravanas circenses que viajaba por todo el país ofreciendo un puñado de funciones antes de regresar al camino, con carros decorados como los de las películas o de los libros. Bajo el liderazgo de un maestro de ceremonias, ataviado siempre con el mismo saco rojo y sombrero de copa, y que parecía nunca envejecer, la mujer barbuda y el hombre fuerte ayudaban a levantar la carpa multicolor y acomodaban los juegos a su alrededor.
Sin embargo, cada año, menos y menos personas se acercaban al circo. Muchos hablaban de cuando lo visitaron de niños, y decían: «este año iré de nuevo, aunque sea para recordar viejos tiempos». Pero al final, la rutina los mantenía ocupados y alejaba de sus mentes la idea de ir al circo. Y aun así, cada 12 de agosto, con gran puntualidad, los cirqueros llegaban por la tarde y montaban su carpa sin saber si esta vez alguien iría a visitarlos. Nadie entendía bien a bien por qué, salvo Wilhem von Strausen, magnífico maestro de ceremonias.
Sebastián despertó un poco más ansioso de lo usual. Se bañó y lavó sus dientes más rápido que de costumbre, así que estuvo listo algunos minutos antes de ir a la escuela. Por alguna razón que no entendía del todo —aunque tampoco le quitaba el sueño descubrirla— estaba realmente emocionado por ir al viejo circo fuera de la ciudad, en el que se divirtieron sus padres antes que él y quienes lo llevaron de pequeño. Esta vez no iría con ellos, sino con su amiga Abril.
Ya de camino a la escuela, Sebastián recordó lo fácil que había sido hablar con Abril. No solía ser el más sociable, pero con ella había encontrado tantos temas en común que le era fácil conversar. Cuando hablaban, era como si supiera con claridad las cosas que no decían, pero que eran importantes para entender lo que sí expresaban. No sabía muy bien de quién había sido la idea de ir al circo —no es que le importara demasiado—, pero desde aquel día había esperado el 12 de agosto con impaciencia.
Wilhem von Strausen revisó su reloj de bolsillo una vez más. «Ya casi es hora» pensó, al tiempo que Sebastián y Abril salieron de la escuela y emprendieron el camino hacia el circo.
—¿Hace cuánto que no vas a ese circo? —preguntó Sebastián a su amiga.
—¿Hace cuánto? ¡No he ido nunca!
¡Ah! Yo pensaba que habías ido de niña.
—Tú habías presupuesto que había ido de niña —respondió sonriente—. No puedo responder a tu pregunta si el presupuesto que está detrás es falso, como vimos en Lógica.
—Sí, sí. Lo sé.
El maestro von Strausen guardó su reloj en el bolsillo y con alegría llamó a los demás.
Con su potente voz, fácil de escuchar por los asistentes de las últimas filas, dijo:
—¡Mis queridos amigos! ¡Es hora!
Miró a su alrededor, y no sin cierta nostalgia notó que al pasar de los años, solo unos pocos rostros quedaban en el circo. La mujer barbuda y el hombre fuerte, siempre leales, permanecerían en el equipo hasta la muerte. El trío de payasos, que antes era cuarteto, conservaba el optimismo y aseguraba que en la siguiente parada encontraría de nuevo la fama. Y la vieja adivina gitana, que había venido desde Europa con Strausen, sin perder el aire de misterio, y cuidando celosa sus palabras para dejar pensando a quien la consultara que sabía más de lo que decía. Quienes la conocían podían suponer sus poderes adivinatorios. Era un pequeño y variado grupo, todos dispuestos a seguir a su maestro de ceremonias.
—¡Tomen sus lugares! —continuó el maestro—. ¡Nuestros invitados estarán aquí pronto! —¿Está seguro, señor? —preguntó el trío de payasos al unísono.
—Perla, ¿acaso me equivoco? —respondió el maestro dirigiendo una sutil reverencia a la adivina.
—Nunca te equivocas, Wilhem. Así que lo que dices debe ser verdad —dijo la gitana lentamente.
Mientras tanto, Abril y Sebastián estaban muy cerca del circo.
—Quiero ver a los trapecistas —dijo él—. Recuerdo que de niño me gustó mucho cómo se movían en el aire.
—¡Oh! —respondió Abril—. A mí me gustan los payasos. Sé que a nadie le gustan, pero reírse de las cosas simples es importante para mí.
—Abril, tú presupones que a nadie le gustan los payasos —comentó sonriendo—. Lo siento, no pude resistirme.
—No, no. Tienes razón. Yo estaba pensando que a nadie le gustan, pero si eso fuera cierto, ¿por qué sigue habiendo espectáculos de payasos por todos lados?
—¡Exacto! Por lo menos podríamos pensar que a algunas personas sí les gustan.
Por cierto, cuando dices que quieres ver a los trapecistas, estás presuponiendo que sí
habrá.
Sebastián rio de buena gana.
Al llegar al circo, ambos se sorprendieron de lo pequeño que era. Imaginaban que sería mucho más grande. Sin embargo, tenía en cada detalle todo el esplendor de otra época. La carpa, vieja y remendada, seguramente había visto al mundo entero, y las pequeñas tiendas a su alrededor, ante las cuales los cirqueros se colocaban con la frente en alto, hablaban de tiempos mejores.
—¡Bienvenidos sean! —dijo el maestro haciendo una profunda reverencia y señaló con el brazo la carpa central.
—Hola, buenas noches —dijo Abril.
—Mi nombre es Wilhem von Strausen y soy el maestro de ceremonias de este gran circo—. Y agregó en tono de suspenso:
—Será un placer entretenerlos esta noche de luces y misterio.
Los jóvenes no podían apartar la mirada de él. Mientras lo escuchaban, luces de colores iluminaron las carpas y una alegre música llenó el ambiente. No había más espectadores, pero de alguna manera el lugar no parecía vacío. De una carpa a otra, von Strausen fue guiándolos magnífico y estridente. Miraron al hombre fuerte levantar enormes pesas. Se sorprendieron al ver a la mujer barbuda cuando peinaba el vello, largo y negro de sus mejillas. Rieron sin parar con el trío de payasos y Abril aplaudió con alegría. Sebastián buscó a los trapecistas pero no los encontró. Su presuposición había sido falsa.
—¡Y ahora, se maravillarán con el misterioso poder de Perla! ¡La gitana que puede mirar al futuro y al pasado! —dijo el maestro invitándolos a entrar a la última carpa.
Una vez dentro, Wilhem von Strausen se acomodó el saco y el cuello de la camisa, inclinó su sombrero de copa y murmuró casi para sí mismo: «Ahora es tu turno, Perla». Y dando saltos, se alejó.
El interior de la carpa estaba obscuro. La única lámpara que había se encontraba en una pequeña mesa redonda, que contrastaba enormemente con la exuberancia del exterior. Al fondo, una anciana, casi oculta tras mascadas y collares, movió la mano indicándoles que se sentaran.
Abril y Sebastián se miraron nerviosos, pero tomaron asiento. Notaron que había tres cajas sobre la mesa.
En una de estas cajas —dijo Perla sin miramientos— hay algo que les pertenece… Algo que buscan sin saberlo.
Los chicos se miraron sorprendidos. Tras unos segundos de desconcierto, Abril preguntó:
—¿Y que hay en las otras dos?
—Esas esperan vacías para tomar algo de ustedes.
—¡Oiga!, ¿no se supone que debería adivinar nuestro futuro? —exclamó Sebastián.
—¡No supongas nada! Estoy aquí para mostrarles algo, no para decirles que tendrán riqueza o felicidad —dijo la gitana calmadamente y, sin embargo, con la firmeza de una sentencia.
—¿Cómo podremos distinguir qué caja es la correcta?
—Quizás deberías preguntar si en verdad hay una «caja correcta».
—Bueno, supongo que es mejor recuperar algo que perderlo. ¿No es así? —dijo Abril.
—No necesariamente —contestó Sebastián.
—¿Entonces no importa qué caja abramos?
—Esto es muy raro, Abril. Yo creo que ya debemos irnos a casa.
Perla rio a carcajadas como un cuervo.
—Están presuponiendo que pueden salir —dijo después de un rato.
Solo entonces notaron que ya no había puerta. Sebastián buscó y buscó una salida, mientras Abril, que permanecía tranquila, estiró lentamente las manos y abrió una de las cajas.
Guía para facilitar el diálogo a partir del texto El circo
Hablar de presupuestos significa hablar sobre la información que se da por sentado o que se implica en el discurso pero que no se dice.
En el habla, constantemente presuponemos cosas: desde que nuestro interlocutor entiende las palabras que decimos hasta que entiende en qué contexto nos encontramos. La presuposición es una herramienta que nos permite hablar con mayor eficiencia al no tener que hacer explícito todo lo que contiene nuestro discurso. Sin embargo, hay que tener conciencia de esto.
Es necesario tener la disposición para revisar dichos presupuestos, así como de cuestionar los que están tras las afirmaciones o preguntas que escuchamos, ya que algunas veces podríamos partir de falsedades. Por ejemplo: si al explicar geografía parto del presupuesto de que el norte es lo que está encima de mí, las conclusiones a las que llegue serán falsas.
Argumentar y razonar correctamente son habilidades que requieren detectar presupuestos, tanto propios como del interlocutor.
En El circo, los personajes descubren presupuestos en lo que dicen y en lo que escuchan. Por ejemplo, Sebastián presupone que Abril de niña había ido al circo, pero se trata de una presuposición falsa. Por otro lado, Wilhem, el maestro de ceremonias, a lo largo de la narración presupone que alguien llegará al circo, por eso habla y actúa como lo hace. En este caso, su presupuesto es verdadero y se comprueba con la llegada de más espectadores. La experiencia, entonces, puede ayudarnos a confirmar nuestros presupuestos, pero es claro que también puede mostrarnos su falsedad y obligarnos a cambiar de opinión.
Los presupuestos son parte fundamental de los actos de habla. En nuestro discurso los empleamos regularmente, por lo que reflexionar sobre ellos resulta valioso para aprender a argumentar.
En la narración, los personajes constantemente hacen referencia a los presupuestos que descubren en lo que dicen y escuchan. Por ejemplo, cuando el maestro de ceremonias pide a todos tomar sus lugares:
—¡Tomen sus lugares! —continuó el maestro—. ¡Nuestros invitados estarán aquí pronto!
—¿Está seguro, señor? —preguntó el trío de payasos al unísono.
—Perla, ¿acaso me equivoco? —respondió el maestro dirigiendo una sutil reverencia a la adivina.
—Nunca te equivocas, Wilhem. Así que lo que dices debe ser verdad —dijo la gitana lentamente
—¡Tomen sus lugares! —continuó el maestro—. ¡Nuestros invitados estarán aquí pronto! —¿Está seguro, señor? —preguntó el trío de payasos al unísono. —Perla, ¿acaso me equivoco? —respondió el maestro dirigiendo una sutil reverencia a la adivina. —Nunca te equivocas, Wilhem. Así que lo que dices debe ser verdad —dijo la gitana lentamente. |
Wilhem parte de un presupuesto: alguien asistirá al circo y está por llegar. Los payasos no están del todo seguros de que ese presupuesto sea verdadero, así que preguntan si hay evidencia que lo pruebe. El maestro de ceremonias, sin embargo, responde con un presupuesto más: que nunca se equivoca, y si esto es cierto, entonces esta vez también tiene razón. Por último, la adivina, Perla, confirma la última presuposición al señalar que, en efecto, Wilhem no comete equivocaciones.
Este plan de discusión puede ayudar al profesor a guiar un diálogo sobre los presupuestos. Desde si es posible afirmar algo sin usarlos, hasta mostrar la necesidad de clarificarlos para así mejorar el entendimiento y la comprensión entre los sujetos que dialogan.
Plan de discusión 1. La función de los presupuestos.
- ¿Puedes pensar una afirmación que no presuponga nada?
- ¿Crees que siempre hay presupuestos detrás de lo que dices?
- ¿Consideras importante esclarecer los presupuestos en un diálogo?
- ¿Cómo podrías aclarar los presupuestos de lo que escuchas?
- ¿Es importante partir de los mismos presupuestos cuando se discute sobre un tema en común?
- ¿Puedes pensar en un problema que podría haberse evitado si se hubieran aclarado los presupuestos?
Plan de discusión 2. Lo que se presupone al hablar.
- En la pregunta que Sebastián le hizo a Abril: «¿Hace cuánto que no vas a ese circo?», ¿se está presuponiendo algo?
- ¿Qué cosas presupone Abril cuando le dice a Sebastián «A mí me gustan los payasos. Sé que a nadie le gustan, pero reírse de las cosas simples es importante para mí»?
- ¿Siempre que hablamos presuponemos algo? ¿Puede hacerse afirmaciones en las que no se presuponga algo?
- ¿Es importante clarificar las presuposiciones de lo que se dice?
- En los ítems 1 y 2 hay presuposiciones de Abril y Sebastián que son falsas, ¿todas las presuposiciones son falsas?
- ¿Todas nuestras presuposiciones requieren ser probadas? ¿De qué depende la elección?
- En la pregunta: «¿Hace cuánto que no vas a ese circo?», Sebastián presupone que Abril había ido antes a ese circo. En la afirmación «A mí me gustan los payasos. Sé que a nadie le gustan, pero reírse de las cosas simples es importante para mí», Abril presupone que los payasos hacen reír con «cosas simples». ¿Cuál de las dos presuposiciones es importante revisar para saber si son verdaderas?
- En la expresión «Voy a estudiar Derecho para tener mucho dinero», hay varias presuposiciones, ¿qué presupuesto debe revisarse si queremos tomar una decisión adecuada?
- ¿Has tomado una decisión partiendo de uno o más presupuestos falsos? ¿Cuál ha sido el resultado?
Plan de discusión 3. Evaluar presupuestos.
- Cuando el maestro de ceremonias le dice a los artistas del circo que los espectadores están por llegar, los payasos le preguntan: «¿Está seguro, señor?», ¿pusieron en duda su palabra porque pensaron que era un mentiroso o les parecía poco probable que hubiera asistentes al circo debido a que en los días anteriores el circo no había tenido público?
- Ante la duda de los payasos, el maestro de ceremonias le pregunta a la gitana: «¿Acaso me equivoco?», y ella contesta: «Nunca te equivocas, Wilhem. Así que lo que dices debe ser verdad». ¿Lo que dice la gitana es una buena razón para concluir que el maestro dice la verdad?
- Cuando estaban en el circo, los chicos presupusieron que había una salida, ¿debieron haber puesto en duda esa presuposición?
- ¿Es necesario poner en duda todo cuanto pensamos o decimos?
- ¿Hay presupuestos que hay que poner en duda y otros no?
- Piensa en algún caso en que hayas dado por hecho algo sin tener pruebas de ello, pero que resultó ser verdadero. ¿Siempre que hablamos necesitamos dar por hecho cosas que no hemos comprobado?
- ¿Siempre que hablamos podemos dar por hecho cosas que no hemos comprobado?
Ejercicios
Ejercicio 1. Detectar presupuestos en una afirmación.
Una habilidad importante en los procesos de argumentación y razonamiento es la detección de presupuestos en las afirmaciones.
Instrucción. Mencionar por lo menos un presupuesto que pueda estar detrás de las siguientes afirmaciones.
Considerar el siguiente ejemplo:
La biblioteca de la escuela tiene muchos libros.
Esta afirmación presupone que:
Hay una escuela.
La escuela tiene una biblioteca.
En la biblioteca hay más de un libro.
- El laboratorio de la escuela ya casi no tiene balanzas.
- El director de la escuela da clases de matemáticas.
- Alejandra no pudo dormir en su casa porque el ruido de los aviones al aterrizar en el aeropuerto la despertaba.
- Luis dice que hay mucho lodo junto a las porterías.
- Alfredo no pudo leer porque se fue la luz en su casa.
- Manuel nunca quiere comer carne.
- Llego más rápido en bicicleta que caminando.
- Hoy en la mañana tuve que contestar una llamada mientras caminaba en la calle.
- El teléfono de Mariana se descompuso.
- Yo estoy pensando.
Ejercicio 2. Identificar presupuestos en preguntas.
Los presupuestos no solo subyacen a nuestras afirmaciones, también, y de manera muy clara, a nuestras preguntas. Por otro lado, la capacidad de reformular preguntas de modo tal que sus presupuestos se expliciten, ayuda a la mejor comprensión entre los interlocutores.
Por ejemplo, en la narración, Sebastián habla con Abril:
—¿Hace cuánto que no vas a ese circo? —preguntó Sebastián a su amiga.
—¿Hace cuánto? ¡No he ido nunca!
—¡Ah! Yo pensaba que habías ido de niña.
—Tu habías presupuesto que había ido de niña —respondió sonriente—. No puedo responder a tu pregunta si el supuesto que está detrás es falso, como vimos en Lógica.
—¿Hace cuánto que no vas a ese circo? —preguntó Sebastián a su amiga. —¿Hace cuánto? ¡No he ido nunca! —¡Ah! Yo pensaba que habías ido de niña. —Tu habías presupuesto que había ido de niña —respondió sonriente—. No puedo responder a tu pregunta si el supuesto que está detrás es falso, como vimos en Lógica. |
Aquí se muestra que la pregunta inicial de Sebastián presupone que Abril ya había ido antes al circo. Sin embargo, no puede ser respondida porque el presupuesto del que parte es falso. De esta forma, se muestra que los presupuestos están también en nuestras preguntas.
Instrucción. Mencionar por lo menos un presupuesto que pueda estar detrás de las siguientes preguntas.
1. ¿Dónde compraste tu playera azul?
2. ¿De qué color es la falda de María?
3. ¿Cuál es tu libro favorito?
4. ¿Podrías darme tu número de celular?
5. ¿De qué estado de la República vienes?
6. ¿Cómo te gusta el café?
7. ¿Para qué escribes tu diario?
8. ¿Cómo sabemos que lo que aprendemos es verdad?
9. ¿Cuál es el código genético del mar?
10. ¿Cómo sé si lo que soy depende de mí o de mi contexto?
Ejercicio 3. Identificar presuposiciones en preguntas.
Al elaborar preguntas es importante tomar conciencia de lo que se presupone.
Instrucciones.
A) Formular por equipo una pregunta.
B) El resto del grupo debe detectar los presupuestos que hay detrás de las preguntas.
C) Al final, reformular la pregunta de manera tal que los presupuestos principales se hagan explícitos.
Ejercicio 4. Identificar presupuestos.
Hacer conciencia de los presupuestos ayuda a mejorar la capacidad de argumentar y de comprender al mundo.
Instrucción. Completar las siguientes frases con presupuestos que estén implícitos en las afirmaciones. Algunas pueden aceptar más de una respuesta.
1. Suponiendo que _____________, el coche debe de estar descompuesto.
2. Suponiendo que _____________, no iré a la escuela.
3. Suponiendo que _____________, tendré que ir al médico.
4. Suponiendo que _____________, aprobaré todas mis materias.
5. Suponiendo que _____________, reprobaré alguna materia.
6. Suponiendo que _____________, debería encender la luz.
7. Suponiendo que _____________, no se reflejará en el espejo.
8. Suponiendo que _____________, la Tierra no gira alrededor del Sol.
9. Suponiendo que _____________, no todos llegarán al final de la carrera.
10. Suponiendo que _____________, estoy pensando.
Ejercicio 5. Evaluar presupuestos.
Otra habilidad que resulta de gran importancia para mejorar nuestra capacidad de argumentar correctamente es la de evaluar los presupuestos de los que se parte. Es claro que no todo lo que se presupone es verdadero, y no considerarlo afecta directamente la veracidad de nuestras afirmaciones.
Instrucciones.
A) Buscar los presupuestos en las siguientes afirmaciones o preguntas.
B) Indicar si los presupuestos son verdaderos o falsos, o si no es posible determinarlo con la información de que se dispone.
1. ¿Podrías agregarme en tus redes sociales?
2. El coche está apagado, así que debe estar descompuesto.
3. Los mayas construyeron ciudades hace muchos años.
4. La psicología no es una ciencia porque pertenece a las ciencias sociales.
5. La filosofía no es una ciencia porque pertenece a las humanidades.
6. La Tierra es el centro del universo. Lo sé porque lo leí en un libro.
7. Ayer descubrieron vida en Mercurio. Debe de ser verdad porque lo leí en internet.
8. ¿Habrá algún político honesto?
9. Si estudiamos, encontramos lo que es verdadero.
10. Lo que digo es verdad porque sigo las reglas de la lógica.
Sugerencias de lectura
Miranda, T. (1995) El juego de la argumentación., Madrid: Ediciones De la Torre. (Capítulo 2. Páginas 31 a 46)
Searle, J. (1980) Actos de habla. Madrid: Cátedra. (Capítulo 8. Páginas 178-191)
Walton, D. (1989) Informal Logic, Cambridge: Cambridge University Press. (Capítulo 2).
En particular, el libro de Tomás Miranda, es una buena elección tanto para profesores como para alumnos ya que trata una gran variedad de temas de lógica con claridad.