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5 junio, 2018 a las 7:07 pm #11432
Hola a todos colegas, qué nutrido ha sido este debate. KMe quiero disculpar con ustedes por haber estado tan inactivo en la plataforma durante la semana pasada.
Quiero participar en el foro suscribiendo la idea consensual de que “no todo está en uno mismo”; pero agregando la oración lógica complementaria que se desprende de eso: la idea de que sí “algo está en uno mismo”. Ello se basa en la equivalencia para la lógica aritotélica entre los operadores de cantidad “no todo” y “alguno”.
La precisión es sencilla: el individuo aislado no puede en contra de la estructura social; sin embargo, la estructura social es producto de la acción conjunta de los individuos. Ese sería el enfoque dialéctico: la sociedad condiciona y determina a los individuos, pero los individuos producen activamente a la sociedad. Si estos últimos no produjeran la sociedad, no sólo nos representaríamos ésta como algo cósico y dado, sino incluso como algo trascendental frente a nuestra propia acción.
Más arriba @paola mencionó a Marx en torno al problema de la consciencia y la enajenación, en un momento me gustaría regresar a ese punto, pero antes me gustaría comentar un aspecto sobre la relación entre el individuo y la sociedad desde la perspectiva marxiana.
En la 3a Tesis sobre Feuerbach Marx dice: “La teoría materialista de que los hombres son producto de las circunstancias y de la educación, y de que por tanto, los hombres modificados son producto de circunstancias distintas y de una educación modificada, olvida que son los hombres, precisamente, los que hacen que cambien las circunstancias y que el propio educador necesita ser educado. Conduce, pues, forzosamente, a la sociedad en dos partes, una de las cuales está por encima de la sociedad (así, por ej., en Robert Owen). La coincidencia de la modificación de las circunstancias y de la actividad humana sólo puede concebirse y entenderse racionalmente como práctica revolucionaria.”
Lo que dicha tesis pone de relieve es la relación dialéctica entre sociedad e individuos. La sociedad es productora y producida; lo mismo que los individuos. Esta perspectiva conduce al punto de vista de que si bien no todo está en el individuo, tampoco el individuo está condicionado de forma cerrada y absoluta por la sociedad, también la sociedad es producto de la acción de los individuos.
Frente a los dos extremos de la cuestión: 1) la postura liberal que tiene fe en el individuo y piensa que la acción individual es transformadora por sí misma; 2) la postura de ‘un cierto materialismo´, no dialéctico, que considera que la sociedad produce y condiciona cabalmente a los individuos y (medio paternalistamente) los excusa y exime de toda acción poderosa o incluso de sus potencialidades transformadoras.
La postura de Marx, como buen dialéctico, sería una síntesis de estas posturas antitéticas: sí, los individuos están condicionados por la sociedad, es decir la sociedad establece el límite de su acción posible; pero, la sociedad no es algo cósico, sino que está siendo constantemente actualizada o producida por la acción social de los individuos. Marx piensa que la acción social de los individuos puede o bien ratificar el status quo, o bien ser transformadora.
El tema es que esa disyuntiva (entre acción conservadora y acción revolucionaria) no está abierta para la conciencia como la disyuntiva que se presenta en una tienda cuando uno escoge entre dos marcas de productos. Porque como señaló Paola, para Marx la conciencia se enfrenta al problema de la enajenación, que en la teoría marxiana es todo un tema, pero se podría plantear en su forma mínima de la siguiente forma: Así como la acción social está condicionada por la base material de la sociedad, así también la conciencia lo está. La conciencia, según Marx, está empujada por su condicionamiento social, a ratificar el status quo antes que a transformarlo… para plantearse su transformación se requiere de algo que Marx llama ‘praxis’ o ‘acción revolucionaria práctico-crítica’, que, como se ve, implica reflexión y acción.
Además si bien desde esta perspectiva la acción social de los individuos tiene algo que ver en la transformación de la sociedad, también es importante decir que esa acción nunca se piensa como individual-aislada. En cambio se piensa que lo que pueden hacer los individuos es organizarse para construir una acción social más poderosa.
Por último quisiera avanzar una reflexión sobre cómo hoy por hoy no podemos ser ingenuos frente a la teoría de Marx. Si bien en el orden epistémico podemos o no aceptar la relación dialéctica entre individuo y sociedad planteada por la teoría marxiana, en el orden político habría siempre que examinar críticamente qué es lo que entendemos por ‘revolución’ o acción transformadora, y por la acción social de los individuos que apelan a un discurso supuestamente revolucionario.
30 abril, 2018 a las 10:17 pm #11028Hola a todos, hola @karlaalday. Pues voy a intentar atender la pregunta que me hizo Karla. La pregunta es si puedo dar un ejemplo de gobierno comunitario. Voy a ofrecer un par de ejemplos teóricos y algunos ejemplos prácticos (históricos y actuales). En cuanto a los ejemplos teóricos pienso en la forma de gobierno descrita por Spinoza en el “Tratado teológico político” del capítulo XVI al XX. Donde Spinoza plantea una variación de la argumentación hobbesiana sobre la constitución de un estado político y lo planea en términos ‘populares’ o democráticos. Así mismo lo hace en el “Tratado político”. Sabemos, por una carta que Spinoza escribió a un amigo (y que se suele usar como prólogo) que el “Tratado político” iba a tratar sobre el régimen monárquico, el aristocrático y el democrático, pero que Spinoza no llegó a escribir la sección sobre democracia pues se murió antes de concluir su trabajo. De todas formas, algunos argumentarían que su propuesta de monarquía es incluso más democrática que la ‘voluntad general’ de Rousseau: hay revocación de mandato, el rey es electo, los cargos son rotativos, hay propiedad comunal de los medios de producción, el ejército es la comunidad política entera en armas etc.
Otro ejemplo es el que ofrece Marx, si bien brevemente, tanto en el “Manifiesto del Partido Comunista” como en su “Crítica al Programa de Gotha”, donde se vuelven a presentar los elementos spinozianos de una democracia radical, pero se suma un carácter de clase que no estaba explícitamente así en el primero.
Ahora pasaré a los ejemplos prácticos: Para cuando Marx escribe ese texto, ya había escrito otro sobre la experiencia de la Comuna de Paris, de 1871. El texto de Marx sobre esta experiencia se llama “La guerrra civil en Francia. Manifiesto del Consejo General de la Asociación Internacional de los Trabajadores”. Ese texto recupera algunas de las medidas tomadas por ese gobierno democrático revolucionario: La eliminación de fuerzas represivas, la reducción radical de impuestos por el recorte de los salarios de los gobernantes, la rotatividad de los cargos de gobierno, la revocación de cargo por incumplimiento, etc.
En ese mismo tenor esta la experiencia histórica del estado de Morelos durante la Revolución Mexicana, hacia 1914 y durante más de un año. Cuando el Ejército libertador del Sur, y el ejército villista habían logrado una derrota temporal de las fuerzas carrancistas, y se establece el gobierno convencionalista. Los pueblos indígenas de Morelos deciden llevar acabo el Plan de Ayala, recuperar tierras y trabajarlas, así como recuperar otros medios de producción como los ingenios azucareros y trabajarlos comunitariamente, además de llevar acabo un ejercicio democrático asambleario de gobierno. Todo ello está ampliamente documentado en un texto de Adolfo Gilly que se llama “La Revolución Interrumpida”.
Finalmente, quieroo mencionar algunos ejemplo actuales de esto: las Juntas de Buen Gobierno de las comunidades zapatistas y el gobierno autónomo de la comunidad de Cherán. En las comunidades zapatistas los cargos a nivel local son asignados por asambleas comunitarias a miembros de la comunidad, no porque estos hagan campaña, sino porque la comunidad les encarga un trabajo. Los cargos son rotativos, de manera que todos tienen que entrarle al gobierno, y donde el que tiene el cargo tiene que obedecer a la comunidad. Lo que vale a nivel local, vale también a nivel regional. Así, los gobiernos de las 5 Juntas de Buen Gobierno tienen el control de la mitad del territorio del estado de Chiapas. O sea que no sólo sucede a nivel comunidad, sino en un territorio del tamaño de un pequeño país europeo.
Lo que tienen en común los ejemplos teóricos de Spinoza y Marx, con los ejemplos históricos y actuales, es que, como dicen los zapatistas, el que manda, manda obedeciendo. Los cargos de gobierno, son tareas que encarga la comunidad política a miembros de la misma, pero donde las decisiones importantes no las toma el que tiene la tarea, sino que el que tiene la tarea o el cargo de gobierno tiene que consultar a su comunidad para hacer lo que ésta le dice que haga.
Por eso yo decía que desde una perspectiva democrática, la característica principal del gobernante debería ser la de ser goobernado por la comunidad política.
Muchos saludos.
25 abril, 2018 a las 9:23 pm #10978Gracias @romansuarez por abrir este interesante foro y a todos los colegas por plantear tan interesantes comentarios. A mi me gustaría abordar la pregunta que encabeza el foro desde una perspectiva democrática, y que es posible desde el área de interés donde soy asesor: AI La sociedad ideal. Parece que la mayoría de nuestras referencias son más bien monárquistas, así Platón, así Maquiavelo y más o menos ese es el modelo que conservamos cuando lo llevamos a la figura de presidente.
¿Qué tal que el gobernante no es uno sino muchos? En un modelo democrático en serio, y no en la chapucería de la democracia representativa, el gobernante no es sino la comunidad política misma. Para ello no necesita tener ninguna formación específica, no requiere un nivel cultural o educativo específico… En eso se basa cierta perspectiva ilustrada del gobierno, que tiende a ser más o menos anti-democrática. Es la comunidad política misma la que sabe, porque los vive en su cotidianidad, cuáles son sus problemas y necesidades, y por ello mismo tiene las condiciones necesarias para participar del gobierno.
Además de esto, me parece que habría que incluir la imagen del uroboro para responder la pregunta de ¿cómo debe ser un gobernante? Uroboro quiere decir en griego, serpiente que se muerde la cola, y en este caso es una imagen pertiente para plantear la necesidad de que el gobernante lo que tiene que ser es gobernado. Los zapatistas lo han dicho muy claramente: que el que mande, mande obedeciendo.
Me parece que si el asunto fuese así, la cosa funcionaría bien, o mejor, o al menos a la medida que la comunidad política estableciera.
¿Qué opinan de esto colegas?
14 marzo, 2018 a las 10:12 pm #10831Gracias @jeje por abrir el foro. Me parece que la discusión ya trae mucha carne. Me gustaría ofrecer un respuesta a la pregunta que plantea el título. Yo comparto con los colegas la problematización de cada una de las partes de la pregunta, así como la problematización sobre el uso de términos que hace Michael Jordan en su libro. Sin embargo, me gustaría ensayar una respuesta moral a una lectura sencilla de la pregunta: Creo que estudiar filosofía puede servir para ser mejor persona, pero que el resultado no es necesario. Pienso que si estudiar filosofía no puede servir para ser mejores personas, deberíamos dejar de hacerlo. Porque como ya señalaron más arriba… no sirve para nada más. Jeje.
La utilidad de la filosofía es todo un problema. Me parece que el término ‘utilidad’, que se tiende a sinonimizar con ‘servir’ está colonizado por el pragmatismo de nuestros tiempos, y que si la filosofía ha de servir para algo, ese algo no va a ser visiblemente pragmático, es decir su utilidad no será tangente de forma inmediata. Pero sí pienso que la utilidad o el servir no se agotan en el pragmatismo imperante, y pienso que la filosofía ‘sirve’. ‘Sirve’ según yo, al menos, de ciertas formas sutiles: como bastón para buscar y construir el sentido.
Me doy cuenta perfectamente que responder moralmente no es lo mismo que responder filosóficamente, pero me sentí interpelado por la pregunta que encabeza el foro. Saludos a todos.
17 febrero, 2018 a las 12:48 am #10630Estimados compañeros, ¡qué buena discusión! Gracias @jeannetugaldequintana por abrir este foro. Yo quisiera participar con dos ideas que traigo en la cabeza sobre este tema.
1) La primera idea es que el problema de la verdad es independiente del problema de la vigilia o el sueño. Si estamos despiertos o dormidos no afecta nuestra capacidad de observar alguna verdad. Quiero decir, la verdad no es monopolio de la vigilia… es más, para Freud, Lacan y la corrriente del psicoanálisis, por no mencionar a los artistas surrealistas, los sueños son formas de aproximarnos a verdades signadas, o simbolizadas. Los sueños es donde se manifiesta el subconsciente, donde el consciente tiene la guardia abajo y se manifiesta el deseo y la aversión de forma más cabal, sin el influjo represivo de la moral. Me parece que lo que el sueño cancela no es la posibilidad de verdad, sino la posibilidad de una ‘realidad’ intersubjetiva. Entonces, mi primera idea es simplemente la de reflexionar sobre las potencialidades de verdad del sueño.
2) La segunda idea que traigo es la siguiente: Se ha planteado mucho a lo largo de la historia de la literatura y de la filosofía el tópico de la problemática distinción entre vigilia y sueño, pero poco se dice que es un problema para el que duerme. No para el que está despierto. Es decir, solo el que duerme (o el que está en un estado alterado de conciencia) tiene una incapacidad de distinguir entre el sueño y la vigilia. Y esto es lo que me resulta particularmente interesante: Son precisamente los estados alterados de consciencia, como el sueño, los que son más incluyentes con las experiencias de realidad… Me parece que para una conciencia no alterada y en vigilia, nunca ha sido problema el distinguir entre ambos. La realidad en ese caso es estrechamente restringida, porque tiene que promediar la subjetividad de todos los que participan de esa vigilia consciente e inalterada. Por eso, esa realidad es marcada por límites muy estrictos, en esa realidad no hay lugar para lo verdaderamente divertido: el deseo desenfrenado, lo contradictorio, lo imposible, lo paranormal, la magia, el absurdo… En cambio, para las conciencias alteradas, la realidad, o bien el criterio de realidad, es más permisivo y por tanto incluyente.
Ahora que estamos en año electoral, yo voto por explorar las potencialidades de las realidades y verdades que se producen en los sueños, y situaciones afines. Creo que ese es mi débil intento de traer mi área de interés a cuento: Las sociedades ideales. No hay que renunciar a la posibilidad de imaginar y producir otros mundos y realidades posibles, tal vez menos crueles, brutales y violentos que la realidad que compartimos durante nuestra vigilia…
¿Qué opinan de ello colegas?
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