La idea de progreso (Ver artículo “La idea de progreso” de Norbert Nisbet: aquí) se observa en diversas concepciones filosóficas de la historia. Muchos filósofos han tomado postura al respecto, ya sea para proponer y justificar el progreso de la historia y la humanidad, o bien, para criticar y negar su realidad efectiva.
El progreso puede ser entendido como el desarrollo deseable de lo que acontece en la historia, de manera que cada hecho histórico es mejor y más valiosos que el anterior, y la humanidad se dirige constantemente a un estado o situación de perfección que le da sentido a todo lo que ha sucedido en el pasado, sucede en el presente y sucederá en el futuro.
Las principales concepciones de la historia que se observan en la Antigüedad no incluyen la idea de progreso. Para algunos, la historia se dirige hacia la decadencia. Para otros, la historia es repetitiva. Con el Cristianismo surge una nueva concepción en la que el mundo de los seres humanos tiene un fin perfecto, siendo el paraíso y la salvación de las almas el sentido de la historia, sin embargo, la sucesión de hechos que tienen lugar en el mundo no se desarrolla de manera progresiva.
A partir de las revoluciones modernas (Blumenberg, Hans, La legitimación de la Edad Moderna, tr. Pedro Madrigal, Valencia: Pre-textos, 2008) que se empiezan a observar desde el Renacimiento, los seres humanos empiezan a demandar y ejercer poderes y facultades, como son la libertad, la igualdad y la racionalidad, que les llevan a reconocerse como sujetos activos y determinantes en el curso de la historia. Las cosas no están del todo escritas. La humanidad se encuentra en continuo desarrollo. El ser humano hace la historia y participa en su propio destino. De manera que el progreso se presenta como un objetivo común que permite orientar las acciones y decisiones particulares. Pero el fin de la historia sigue siendo algo necesario para la mayoría de los filósofos académicos, algo que no depende de la voluntad de los individuos específicos (Kant, Immanuel, Filosofía de la historia, tr. y prol. Eugenio Ímaz, Fondo de Cultura Económica, México, 1979).
En la Modernidad tardía, sin embargo, también se observan concepciones circulares de la historia, en donde la idea de progreso adquiere un lugar secundario.
(Ver debate “De progresos, revoluciones y repeticiones” aquí)
Mario Chávez (@mario)